Friday, November 27, 2020

No, Sr. Arauz, no hay una “desdolarización buena”

Por Luis Fierro Carrión 

El Econ. Andrés Arauz, candidato presidencial por el Correísmo, publicó el 20 de abril pasado un artículo titulado “Desdolarización mala y ‘desdolarización’ buena”:

https://dolarizacion.ec/2020/04/20/desdolarizacion-mala-y-desdolarizacion-buena/

(me dicen que el acceso está restringido en el Ecuador, pero pondré al final capturas de pantalla del mismo).

El candidato del grupo encabezado por un prófugo afirma que hay un debate sobre la “desdolarización” en el Ecuador, y cita como ejemplo una malhadada intervención del asambleísta Cesar Rohon del Partido Social Cristiano.

La verdad es que, aparte de Sr. Rohon, los únicos líderes políticos que han propuesto tal desfachatez han sido los propios Correístas, comenzando por un artículo publicado por Rafael Correa en 2004 en la Revista Iconos de la FLACSO (antes de ser Ministro o Presidente).

https://www.researchgate.net/publication/26483985_Dolarizacion_y_desdolarizacion_mas_elementospara_el_debate

En mayo 2019, Pablo Dávalos publicó un artículo en el cual afirmaba (falsamente) que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ponía en riesgo la dolarización. Ya en esa ocasión escribí una nota en este mismo blog desechando ese argumento falaz:

https://economicsandinvestment.blogspot.com/2019/04/ni-desdolarizacion-ni-prosperidad.html

Los acuerdos con el FMI (el primero, y luego el segundo) mas bien buscaban fortalecer la dolarización, aumentando las reservas netas (que Correa dejó en términos netos negativos).

Es cierto que, quienes promueven la desdolarización, lo hacen con el fin ultimo de reducir el salario real, provocando una devaluación e inflación, con el objetivo supuesto de lograr que el Ecuador tenga mas “competitividad”. En parte el problema se debe a que durante el gobierno de Correa se aumentó el salario mínimo a un ritmo mucho más acelerado que el de la productividad, con lo cual cada hora de salario mínimo en el Ecuador cuesta aproximadamente el doble que el de nuestros países vecinos (que tienen niveles similares o mayores de productividad), Colombia y Perú.

Una solución real a este problema sería reducir el salario mínimo, como lo hicieron Portugal y Grecia en circunstancias similares.

Pero una desdolarización, devaluación, e inflación solo crearían mas miseria, aparte de generar incertidumbre, falta de confianza, y una probable fuga de capitales.

Es por ello que los sindicatos, trabajadores, jubilados y mas personas que perciben una renta fija en el mundo entero siempre han combatido por una “moneda dura”, que no se desangre en medio de la inflación (esta fue incluso una de las banderas de lucha de los trabajadores inmolados el 15 de noviembre de 1922).

Un estudio de la época destaca que una organización de trabajadores “presentó ante el Congreso Nacional una petición para la derogatoria de la Ley Moratoria [Ley que eliminó el patrón oro] y la declaro ‘favorable a los especuladores [y] perjudicial a las clases obreras” (Milk, 1997, p. 80,  https://digitalrepository.unm.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1501&context=abya_yala). Recuérdese que en 1922, cuatro bancos privados imprimían billetes sin respaldo, lo cual derivó en una inflación descontrolada.

Arauz habla de una “‘desdolarización’ buena [que] buscaría: más medios de pago y encarecimiento de las importaciones.”

Ahí es donde cae en una falacia.  Al generar una “moneda electrónica”, que seria emitida sin respaldo, se provocaría igualmente la devaluación de tal “moneda electrónica” y su pérdida de poder adquisitivo. Adicionalmente, si el Estado usase dicha “moneda electrónica” para pagar sueldos y a los proveedores, rápidamente se impondría un sistema bimonetario, en el cual la “moneda electrónica” perdería valor rápidamente frente a los dólares de EE.UU.

Así, por ejemplo, los Correístas han propuesto entregar una “renta básica universal” (RBU) de 400 de estas unidades de moneda electrónica, que en pocos meses caería de valor por debajo de los actuales $50 del bono de desarrollo humano. Pero, al impulsar este bimonetarismo, podrían empujar a una desdolarización de facto, incautando cuentas bancarias, restringiendo el acceso a los dólares para importadores, etc.

Si bien Arauz afirma que “En ningún caso implica reducir la remuneración ni la capacidad adquisitiva de los trabajadores, excepto en bienes importados”, en la práctica el poder adquisitivo de estos “patacones electrónicos” caería rápidamente, al no aceptar los bancos, comercios u otras entidades un cambio de uno a uno con el dólar. Exactamente eso pasó en Argentina cuando la emisión de “bonos” – llamados patacones” - dio al traste con la convertibilidad.

Arauz continúa proponiendo elevar el “impuesto a la salida de divisas”, que se convertiría en un “cupo fijo” vendido por el Banco Central, de 27 % (mas que quintuplicando el ISD actual, de 5 %).

Cabe mencionar que, si bien este impuesto se denomina “a la salida de divisas”, en la práctica se vuelve en un desincentivo para el ingreso de divisas por inversión, dado que los inversionistas saben que, para poder importar maquinaria, equipos, bienes intermedios e insumos, así como para poder extraer los dividendos ganados, tendrán que pagar esta tasa (del 5 % actual, o 27 % propuesto por Arauz).  A ello se añade que este “cupo limitado” sería “concedido” por el Estado, generando en los hechos un mercado distorsionado, el mismo que ha derivado en grandes problemas (y gran corrupción) en los países que lo han aplicado, como Venezuela o Argentina.

Arauz y sus aliados (entre ellos Pablo Dávalos) persisten en confundir – mañosamente – la “salida de divisas” con la “fuga de divisas”.  Mas del 90 % de la salida de divisas corresponde a las importaciones de bienes y servicios.  Una tasa (del 5 % o el 27 %) lo único que hace es encarecer el costo de los bienes y servicios en el Ecuador, es similar a un arancel.

Mas allá de los problemas económicos y financieros concretos que podrían derivarse de este intervencionismo estatal en los mercados privados, que eleve los costos de los bienes y servicios consumidos por los ecuatorianos, está el aspecto filosófico subyacente. Arauz propone “reducir en 10% la salida bruta de divisas privadas”; y, además, “una segunda meta plantearía repatriar $12 mil millones del sector privado”.  Es decir, quiere que el Estado intervenga en decisiones privadas, y obligue de alguna forma a “repatriar” activos externos de sectores privados.  Lo que parece fácil asumir es que amenazas de incautación, impuestos del 27 %, y más restricciones al sector privado NO generan un incentivo para atraer capitales externos.

Se buscaría una pauperización de la población, para que dependa de las dádivas del Estado (en lugar de impulsar la generación de empleo productivo).

Por lo demás, tales propuestas monetarias y fiscales llevarían a que no se produzcan nuevos desembolsos del programa del FMI, con lo cual las brechas financieras y fiscales del próximo gobierno se ensancharían.

En fin, las propuestas del candidato Arauz llevarían a que el Ecuador se Venezuelanice a pasos agigantados.

Si realmente queremos fortalecer y blindar la dolarización (e impulsar una reactivación económica), se requiere:

      ·        Reducir el gasto público, precautelando el gasto social.

      ·        Revisar exenciones y aumentar la progresividad del impuesto a la renta

      ·        Explorar la creación de un impuesto del 1 % a los patrimonios más altos.

      ·        Aumentar las reservas internacionales netas

      ·        Atraer inversión extranjera (sin propuestas desfachatadas ni confiscatorias)

      ·        Reducir el “Impuesto a la Salida de Divisas”

      ·        Generar políticas públicas para la creación de empleo, sobre todo en las pequeñas y medianas empresas (Pymes)

      ·        Enfocar el crédito externo en la reactivación de las Pymes

      ·        Promover una reactivación verde, atrayendo recursos de donación y concesionales para la inversión en energía renovable, eficiencia energética, transporte público, y más medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.

      ·        Dar incentivos tributarios a estas inversiones “verdes”

      ·        Terminar de eliminar los subsidios a los combustibles fósiles

      ·        Aumentar la cobertura y el monto del bono de desarrollo humano (pagadero en dólares de EE.UU., y no en patacones electrónicos). 


Otras propuestas aparecen en el programa de gobierno de César Montúfar, de la Alianza Honestidad:

https://cesarmontufar.com/assets/media/files/PLAN_DE_GOBIERNO.pdf

 









Sunday, November 8, 2020

EE.UU. - un sistema electoral cada vez menos democrático

Los Demócratas han ganado el voto popular 7 de las últimas 8 elecciones. Los 48 Senadores Demócratas (48 % del Senado) representan al 52 % de la población. En algunas elecciones ha habido más votos para los Representantes Demócratas pero los Republicanos han logrado la mayoría de la Cámara (gracias al “gerrymandering” o diseño sesgado de los distritos).

Los Republicanos (que sólo han ganado una vez el voto popular desde 1992) tienen 6 de los 9 Jueces de la Corte Suprema. Es un sistema cada vez menos democrático (con d minúscula).

Es difícil cambiar esta situación. Eliminar el Colegio Electoral requiere una enmienda constitucional (que puede demorar varias décadas, y eventualmente no pasar). Cambiar el número de jueces de la Corte Suprema requeriría mayoría en el Senado. Convertir a DC y Puerto Rico en Estados requiere una mayoría en el Senado.
La solución más fácil sería que California se seccione en 4 o 5 Estados (lo cual impactaría el número de Senadores y la composición del Colegio Electoral); pero esto es muy improbable.
Otra opción: que un número suficiente de Estados asignen sus electores a quien gane la votación popular nacional. Con la aprobación en un referendo en Colorado, se ha alcanzado 198 electores.

Friday, November 6, 2020

Joe Biden's foreign policy

By Luis Fierro Carrión (*)

Twitter: @Luis_Fierro_Eco

As I write these lines, the Presidency of the United States is about to be defined, between the current president, Donald Trump, and the Democratic candidate Joe Biden [on Nov. 6th Biden clinched the majority of the Electoral College].

The results point to a narrow victory for Biden in the Electoral College (and a more significant lead in the popular vote), along with his running mate, Kamala Harris (whose parents were from Jamaica and India). She will be the first female Vice-President in American history; the second African-American in the Executive branch; and the first Indian-American.

Biden is a well-known figure for Latin America, given that he was Vice-President between 2009 and 2017, during the Barack Obama administration. In addition, he was an emissary of the Obama administration to the region. Before being Vice-President, he chaired the Senate Foreign Affairs Committee.

What can you expect from a Biden government? In general terms, a return to a foreign policy based on norms, alliances, and long-term strategies, as has been traditional in the United States, instead of Trump's Twitter storms, in which he vilified Latinos and rulers from Latin America (remember that, at the launch of his campaign in 2015, Trump said that Mexicans were rapists and criminals).

Instead of an emphasis on building a wall at the border and restricting immigration and asylum applications, it could return to a more humane immigration policy. The crime of ripping more than 3,000 underage children from the arms of their parents and locking them in cages will not be repeated. Shortly before the elections, non-governmental groups said that despite their best efforts, they had not been able to locate the parents of 545 children, who remained abandoned. In the second and final debate, Biden said he would do whatever he could to make amends for this crime.

Regarding trade issues, although Trump imposed restrictions on steel imports from several countries, and also threatened to eliminate NAFTA (North American Free Trade Agreement), in the end he adopted a very similar trade agreement, although he insisted on changing its acronym in English to USMCA (United States-Mexico-Canada Agreement).

With regard to the Bolivarian axis (Venezuela-Nicaragua-Cuba), which Bolivia will join again, Trump maintained a belligerent rhetoric, even threatening a military intervention in Venezuela; but, in the end, he did nothing, apart from recognizing (together with the governments of the Lima Group) Juan Guaidó as interim president. In conversations with his former National Security Advisor, John Bolton, Trump mocked Guaidó’s weakness and said he was impressed by Maduro's ability to stay in power. But he did not grant Temporary Protected Status (TPS) to Venezuelan refugees fleeing the dictatorship and proposed eliminating the TPS for Central American immigrants (including those from Nicaragua). Trump's main drive was xenophobia and not ideological issues (he has tried to do business in Cuba in the past).

Biden, by contrast, argued in a book in favor of addressing the problems of violence and poverty that affected Central America. "Of all the hot spots in the world, I had come to think that Central America presented the best opportunity." In 2015 he was instrumental in convincing Congress to pass an assistance package for the region for $ 750 million (which Trump later thwarted).

Biden and his team of experts “would take a broader approach to the problem of immigration and the region. They also say that they would address poverty and violence, the root causes of migration and instability, furthering the fight against corruption and investing in job creation and improved governance,” Ernesto Londoño wrote in the New York Times.

Rather than being a 800 pound gorilla imposing its ideas on the region, the United States would operate within the framework of mutual respect and shared responsibility, said Jake Sullivan, an adviser to Biden. Biden would propose a $ 4 billion assistance package to try to tackle the causes of unauthorized immigration.

Biden would also renew the United States participation in the Paris Agreement to tackle climate change, and support the region's efforts to combat it, including reducing deforestation in the Amazon (which might put him in conflict with Bolsonaro in Brazil).

Ecuador (depending on who is elected in 2021) could take advantage of this relaunch of U.S. foreign policy by championing the fight against climate change, against deforestation, and in favor of renewable energy. It could also push for a free trade agreement with its main trading partner, the US; and could complete integration into the Pacific Alliance.

One setback for Latin America under Trump was the appointment of a US citizen as President of the Inter-American Development Bank (IDB), a hardline Cuban-American ideologue, which by a "gentlemen's agreement" had previously been reserved for a citizen of the region. The Moreno government was an early supporter of the proposal, leading to the former Ecuadorian Finance Minister Richard Martínez being nominated as a potential vice president. This appointment is frozen, while it is determined if it violates IDB regulations (it does appear to violate the Constitution of Ecuador). But it remains to be seen if Biden keeps Claver-Carone in office (he could hold up U.S. support for a capital increase until Claver-Carone steps down).

Paul Krugman indicates that a Biden Presidency is likely to return the US to its role as a promoter of multilateralism, by returning to bodies such as UNESCO and the World Health Organization. In a more immediate term, we shall see if Biden joins the international agreements for the distribution of an effective vaccine for Covid-19 (something that Trump has refused to do, by prioritizing "America First”).

 (*) A Spanish version of this article was published on November 6, 2020, in "Diario El Universo" of Ecuador.

https://www.eluniverso.com/opinion/2020/11/06/nota/8038237/politica-exterior-biden





Política exterior de Joe Biden

 Por Luis Fierro Carrión (*)

Twitter: @Luis_Fierro_Eco

Mientras escribo estas líneas, está por definirse la Presidencia de Estados Unidos, entre el presidente actual, Donald Trump, y el candidato demócrata Joe Biden [el 6 de noviembre se ha confirmado la elección de Biden].

Los resultados apuntan a una victoria estrecha del contrincante en el Colegio Electoral (y mas significativa en el voto popular), junto con su binomio, Kamala Harris (cuyos padres eran de Jamaica y la India; y sera la primera Vice-Presidente mujer en la historia).

Biden es una figura conocida para América Latina, dado que fue vicepresidente entre 2009 y 2017, durante el gobierno de Barack Obama. Además, era un emisario del gobierno de Obama hacia la región. Antes de ser vicepresidente, presidía el Comité de Asuntos Exteriores del Senado.

¿Qué se puede esperar de un gobierno de Biden? En términos generales, un retorno a una política exterior basada en normas, alianzas, y estrategias de largo plazo, como ha sido tradicional en Estados Unidos, en lugar de las tormentas de Twitter de Trump, en las cuales vilipendiaba a los latinos y a los gobernantes de América Latina (recuérdese que, en el lanzamiento de su campaña en 2015, Trump dijo que los mexicanos eran violadores y criminales).

En lugar de un énfasis en construir un muro en la frontera y restringir la inmigración y las solicitudes de asilo, podría volver una política migratoria más humanitaria. No se repetirá el crimen que fue arrancar a más de 3.000 niños menores de edad de los brazos de sus padres y encerrarles en jaulas. Poco antes de las elecciones, grupos no gubernamentales dijeron que, pese a sus mejores esfuerzos, no habían podido localizar a los padres de 545 niños, que seguían abandonados a su suerte. En el segundo y último debate, Biden dijo que haría lo que estuviera a su alcance para enmendar este crimen.

En cuanto a temas comerciales, si bien Trump impuso restricciones a la importación de acero de varios países, y además amenazaba con eliminar NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), a la postre adoptó un tratado comercial similar, aunque insistió en cambiarle de siglas en inglés a USMCA (Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá).

Con respecto al eje bolivariano (Venezuela-Nicaragua-Cuba), al cual se volverá a sumar Bolivia, Trump mantenía una retórica beligerante, llegando a amenazar una intervención militar; pero, a la postre, no hizo nada, aparte de reconocer (junto a los gobiernos del Grupo de Lima) a Juan Guaidó como presidente interino. En conversaciones con su ex Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton se burlaba de la debilidad de Guaidó y decía estar impresionado por la capacidad de Maduro de mantenerse en el poder. Pero no concedió el Estatus de Protección Temporal (TPS) a los refugiados venezolanos que huían de la dictadura, y propuso eliminar el TPS de los inmigrantes centroamericanos (incluyendo los de Nicaragua). El impulso principal de Trump era la xenofobia y no las diferencias ideológicas (ha intentado hacer negocios en Cuba).

Biden, en contraste, argumentaba en un libro en favor de atender los problemas de violencia y pobreza que afectaban a Centroamérica.  “De todos los puntos en conflicto en el mundo, había llegado a pensar que Centroamérica presentaba la mejor oportunidad”.  En 2015 fue clave en convencer al Congreso que pasara un paquete de asistencia para la región por $750 millones (que luego Trump desbarató).

Biden y su equipo de expertos “adoptarían un enfoque más amplio del problema de la inmigración y de la región. También dicen que abordarían la pobreza y la violencia, las causas fundamentales de la migración y la inestabilidad, impulsando la lucha contra la corrupción e invirtiendo en la creación de empleo y la mejora de la gobernanza”, escribió Ernesto Londoño en el New York Times.

En lugar de ser un matón que impone sus ideas a la región, Estados Unidos operaría en el marco del respeto mutuo y la responsabilidad compartida, dijo Jake Sullivan, asesor de Biden. Biden propondría un paquete de asistencia de $4 mil millones, para tratar de enfrentar las causas de la inmigración no autorizada.

Biden también volvería a incluir a Estados Unidos en el Acuerdo de París para enfrentar el cambio climático, y apoyaría los esfuerzos de la región para combatirlo, incluyendo la reducción de la deforestación en la Amazonía (lo cual le pondría en conflicto con Bolsonaro en Brasil).

El Ecuador (dependiendo de quien sea electo en 2021) podría aprovechar este relanzamiento de la política exterior abanderando la lucha contra el cambio climático, contra la deforestación, y en favor de la energía renovable. Podría también impulsar un tratado de libre comercio con el principal socio comercial, los EE.UU.; y podría concluir la integración en la Alianza del Pacífico.

Un retroceso para América Latina bajo Trump fue que se nombrase a un ciudadano de EE.UU. como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, que por un “pacto de caballeros” había estado reservado previamente para un ciudadano de la región. El gobierno de Moreno se sumó a la propuesta, logrando que se mencione al ex-ministro de Finanzas de Ecuador, Richard Martínez, como un potencial vicepresidente. Este nombramiento está congelado, mientras se determina si viola las normas del BID (parece violar la Constitución del Ecuador). Pero habrá que ver si Biden no remueve a Claver-Carone del cargo.

Paul Krugman indica que una Presidencia de Biden probablemente devuelva a los EE.UU. a su rol de promotor del multilateralismo, al regresar a integrar organismos como la Unesco y la Organización Mundial de la Salud. En un plazo más inmediato, habrá que ver si Biden se suma a los acuerdos internacionales para la distribución de una vacuna efectiva para el Covid-19 (algo que Trump se ha negado a hacer, por dar prioridad a “EE.UU. Primero”).

(*) una versión resumida de este articulo fue publicado en el Diario "El Universo" el 6 de noviembre de 2020.