Por Luis Fierro Carrión (*)
Twitter: @Luis_Fierro_C
La visita de la Presidenta (Speaker) de la Cámara de Representantes de Estados
Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán ha levantado un avispero.
La República Popular China (RPCh) ha criticado la visita, ha advertido
que EE.UU. está “jugando con fuego”, y ha iniciado una serie de “ejercicios
militares” en el estrecho que separa a Taiwán de China continental.
El gobierno comunista de la China tomó el poder en una revolución que
culminó en 1949. Al mando del victorioso Partido Comunista de China estaba Mao
Zedong, quien libró una guerra civil contra el gobierno nacionalista del
Kuomintang, liderado por el generalísimo Chiang Kai-shek. El ejercito
nacionalista se refugió en la isla de Taiwán, en donde mantuvo un régimen
dictatorial hasta los años 90, cuando se estableció una democracia multipartidista.
La “República de China” (nombre oficial de la isla) mantuvo la
representación de la China en Naciones Unidas hasta 1971, cuando la ONU
reconoció en su lugar a la RPCh. Gradualmente, los países que reconocían a Taiwán
fueron menguando, hasta disminuir a 14. Participa de manera no oficial en
entidades como la OMC, el Banco Asiático de Desarrollo y el Comité Olímpico Internacional (como "China Taipei").
EE.UU. estableció una alianza con Taiwán, y estuvo de facto en
una guerra contra “voluntarios” chinos durante la guerra de Corea (tras la
invasión de Corea del Norte a Corea del Sur), entre 1950 y 1953.
China atacó con fuego de artillería en 1958 a algunas de las islas
taiwanesas más próximas al continente, pero no logró tomar control de ningún territorio.
En 1979, EE.UU. cambió su reconocimiento también de Taiwán a la RPCh, y suscribió
una “Política de Una China”. No obstante, mantenía una “ambigüedad estratégica”
con respecto a si defendería a Taiwán en caso de un ataque chino. EE.UU.
también suscribió el “Acta de Relaciones con Taiwán”, que establecía que era su
expectativa que el futuro de Taiwán se definiría de manera pacífica, y que vendería armas a Taiwán para que pueda defenderse.
Durante su gobierno, Trump habló por teléfono con la Presidenta de Taiwán,
Tsai Ing-wen (del Partido Democrático Progresista, que busca una mayor soberanía),
promovió la visita de funcionarios y la venta de armas.
El Presidente Biden en unas declaraciones erráticas dijo que EE.UU.
intervendría en defensa de Taiwán (violando la “ambigüedad estratégica”), aunque
luego ratificó al Presidente Xi que EE.UU. no apoyaría un cambio del status
quo ni acciones unilaterales.
Todo esto se da en el contexto de la invasión rusa a Ucrania. China está
analizando las sanciones impuestas a Rusia, que han afectado severamente a la
economía rusa. No obstante, dada la estrecha integración económica entre China
y Occidente, sería difícil establecer sanciones similares contra China (dado que podrían resultar contraproducentes).
El economista Noah Smith establecía una comparación entre la alianza
“occidental” (OTAN más Japón) contra un potencial eje chino-ruso, y concluía
que sería el conflicto más parejo entre alianzas, en términos económicos, de
capacidad industrial y fuerza militar (https://noahpinion.substack.com/p/the-war-economy-sizing-up-the-new). Un factor preocupante es que China concentra la
capacidad de procesamiento de minerales que son claves para nuevas tecnologías:
cobre, litio, níquel, cobalto y “tierras raras”.
Un conflicto directo seria también impensable por tratarse de potencias
nucleares.
(*) Una versión más corta de esta columna fue publicada el 2 de agosto, 2022, en el Diario "El Universo"
https://www.eluniverso.com/opinion/columnistas/china-taiwan-y-ee-uu-nota/
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